viernes, 24 de julio de 2009

ACTUA EN EL AQUÍ Y EL AHORA…

Abordar la lectura de Heidegger de manera particular permite caracterizar al hombre como un ser dotado de pensamiento, esencia que le permite no solo ser lo que es, sino que le permite visualizar, enfrentar y experimentar la esencia de su entorno sin determinismos que radiquen y se debatan entre lo bueno y lo malo.
Es entonces como este autor de manera suspicaz hace una invitación a la trascendencia reflexiva del pensamiento en el ser humano, en donde las propuestas que se establezcan con un Otro estén enfocadas en complementar el conocimiento, dejando de lado la lucha por el poder, en cuanto a reconocer quien tiene la verdad, esto de cierta manera hace referencia al debate moderno en el que estamos inscritos y que incita al enfrentamiento de opiniones.
Todo lo anterior cabe mencionar que esta indirectamente presente en el pensamiento del ser humano y se manifiesta a través del miedo a perder un debate, y es por esto que el autor al citar a Nietzsche considera que el ser humano debería iniciar un proceso de preparación en donde intente reconocer que la verdad no se posee aun y que en lo que se deben centrar sus objetivos es en la recopilación de puntos de vista que conformen y se complementen sin entrar a discusión.
Por otro lado es importante el reconocimiento que Heidegger hace al aquí y al ahora, es decir al presente.
Este autor considera que el gran error que aleja al ser humano e impide alcanzar al súper hombre propuesto por Nietzsche es la incapacidad de trascender en su pensamiento, ubicándolo como un ser que centra su atención en el recuerdo, en lo que fue y que por ende abandona el presente, todo esto sin dejar de reconocer que la construcción del pensamiento en el hombre esta determinado por la experiencia, la cual sin entrar en materia es producto del pasado.
El superhombre de Nietzsche trae consigo una serie de características que posibilitan desarrollar lo tan anhelado por Heidegger y es vivir en el presente, es un prototipo de líder, con un carácter determinado y por consiguiente capaz de defender su autonomía, no olvidando que esta dispuesto a colaborarle a los demás, contribuyendo a que estos se superen, pero concibiendo como imposible que se pierda la esencia propia por ayudar a los demás, es decir, se debe luchar por los demás sin dejar de ser lo que uno es.
¿Qué aleja al hombre de tan especial condición? A esta pregunta Heidegger se toma la tarea de responder describiendo un sinfín de características que posicionan al hombre como incapaz de evolucionar en el pensamiento por estar aferrado al ayer, a lo que ya paso y no hay remedio para él, esto adicionando la condición de incapacidad por defender su autonomía, es decir por la debilidad que tiene para hacerse respetar como ser único e irrepetible.
En cuanto a la tan nombrada esencia del hombre (el ser), la lectura de Heidegger permite identificar que es la razón aquello que le permite diferenciarse de los demás seres, esto acompañado de elementos centrales como lo emocional determinado en gran parte por el “querer” y “la voluntad”.
Además de lo anterior se considera que la mayoría de las situaciones ante las cuales se enfrenta el ser humano, se encuentran transversalmente influenciadas por el bagaje histórico de “el fue” y aparecen consigo sentimientos que ni la voluntad puede remover y que se convierten en obstáculos, impidiendo así el desarrollo, la evolución del pensar, manifestándose a través del sufrimiento en el hombre por “querer el pasado”, desencadenando de manera volitiva una repugnancia hacia ese pasado que desea olvidar y ante el cual el castigo trabaja como mejor aliado, pues le permite desahogarse de ese sentimiento negativo que le impide dejar atrás el ayer y estar en el ahora.
¿Es la conciencia, consciente de esto? Por supuesto que si, dice Heidegger, la consciencia se torna testigo de cada proceso mencionado anteriormente, pero es sin embargo esa condición de seres con libre albedrío, es decir, con la voluntad de decidir que se hace y que no, es en parte la que determina dichas condiciones.
En la actualidad, el fortalecimiento del ser humano no deja de estar enfocado hacia una condición de dependencia, en donde lo que anhela no deja de estar por fuera de sí, con ambiciones que de cierto modo lo incitan a olvidar el ayer, pero que lo sumergen en un afán por el desconocimiento de lo que aun no ha pasado, es decir en el futuro.
Finalmente todo esto se convierte es en una propuesta al ser humano no solo a cuestionarse, sino a iniciar una búsqueda de estrategias que le permitan evolucionar y remediar el daño personal que a diario alimenta, y que por ende trasciende en el tiempo, y se vuelve inmanente al ser, siendo su esencia víctima de lo que el ser se dispone a experimentar.

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